¡Hola, profe!
Hoy en día es más sabido que ser profesor en México, especialmente en educación básica, dejó de ser solo una vocación para convertirse en un trabajo de alto riesgo. Lo que antes era amor por enseñar, hoy es una constante preocupación por la seguridad legal y física. La realidad es cruda: la posibilidad de enfrentar problemas legales, incluso la cárcel, por situaciones que a menudo escapan a nuestro control.
Esta situación nos ha llevado a un punto crítico. Nos enfrentamos a salarios que no reflejan la magnitud de nuestra labor, a la ausencia de protocolos claros que nos respalden ante emergencias, a leyes que brillan por su ausencia cuando necesitamos protección, y a un sindicato que, tristemente, muchas veces parece incapaz de defendernos.
La Precaución como Nueva Normalidad: Actividades de Bajo Riesgo
Con este panorama, muchos profesores hemos tomado una decisión dolorosa pero necesaria: priorizar actividades de bajo riesgo. ¿Por qué? Para evitar cualquier incidente que pueda complicarnos la vida, o peor aún, llevarnos a prisión.
Esto significa que, a veces, dejamos de hacer ciertas actividades dinámicas, juegos o experimentos que enriquecen el aprendizaje de nuestros alumnos, pero que podrían implicar un mínimo riesgo. Nos vemos obligados a limitar la creatividad y la interacción física por la simple necesidad de protegernos. No es que queramos, es que la presión y el miedo son tan grandes que la precaución se convierte en nuestra principal herramienta de supervivencia. La preocupación constante de que un resbalón, una caída o cualquier suceso imprevisto pueda convertirse en una acusación legal es agotadora.
El Caso del Profesor Esteban: Un Reflejo Injusto de Nuestra Realidad
Un ejemplo reciente y desgarrador que ilustra perfectamente esta pesadilla es el del Profesor Esteban. Un día cualquiera, un alumno suyo sufrió una caída en la escuela. El profesor actuó de inmediato, siguiendo los protocolos establecidos: contactó a los padres, el niño fue llevado al hospital, recibió el alta médica y regresó a casa. Sin embargo, al día siguiente, el pequeño falleció. Ayer, con una sentencia que nos hiela la sangre, el Profesor Esteban fue declarado culpable.
Este caso es un golpe directo a la dignidad docente y a la justicia. ¿Cómo es posible que un profesor que siguió los procedimientos, que no causó intencionalmente un daño, sea responsabilizado penalmente por una tragedia que ocurrió fuera de su control y en un contexto tan complejo? Esta situación crea un precedente aterrador para todos los educadores del país. Nos dice, a gritos, que nuestra labor puede ser criminalizada en cualquier momento, sin importar nuestra buena fe o nuestro cumplimiento de las normas.
¿Hasta Cuándo?
La pregunta es inevitable: ¿Hasta dónde llegará la dignidad de los profesores y la justicia en México? No podemos seguir trabajando con este miedo constante, con la sombra de la cárcel acechando cada interacción o cada juego en el patio. Necesitamos un cambio urgente:
* Leyes que nos protejan: Marcos legales claros que delimiten responsabilidades y protejan a los docentes de acusaciones injustas.
* Protocolos efectivos y con respaldo legal: Que nos den seguridad al actuar y no nos dejen expuestos.
* Salarios dignos: Que valoren la invaluable labor que realizamos.
* Un sindicato que realmente nos defienda: Que sea nuestra voz y nuestro escudo.
El caso del Profesor Esteban es una llamada de atención para toda la sociedad. Hoy fue él, mañana podemos ser cualquiera de nosotros. Es hora de que se reconozca el valor de los maestros y se garantice un entorno donde podamos enseñar con vocación, no con pánico.
Ustedes que opinan 🤨🤔🤔 los leo😉😉😉
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No podemos quedarnos callados ante tal impunidad, a cualquier profesor nos puede pasar, hasta cuándo se permitirá estás situaciones que nos roban la tranquilidad y la paz en nuestras vidas. No vale la pena, es cuando dices, ¿vale la pena ser maestros?
ResponderBorrarEs importante alzar la voz y no ser indiferente, vale la pena ser maestros cuando tengamos el apoyo de la sociedad y de las leyes.
BorrarLamentablemente parte de la culpa son los padres de familia que desde casa no hacen nada para que la educación de sus hijos sea la correcta, los maestros hacemos lo posible para que aprendan y estudien, para que sus cimientos sean las bases para su futuro, los derechos humanos privan de todo trabajo del maestro al quitarnos autoridad y lamentablemente han puesto nuestra integridad por los suelos, así como los sindicatos, no hacen nada por defender nuestros derechos.
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